Una mirada entre tanta gente
basta para reconocer lo vetusto y pestilente
de sus rostros y la vaga desnudez
que baña su regazo, cual máscara que lo parapeta del olvido.
Un olvido que hostiga y
reposa en mi recuerdo, que apenas viste
la desfachatez de una mente coordinada atestada
de palabras con significados inefables que más no hacen que avezarlo a la inquietud
y la diaria pena de desarraigo.
En vano es la amargura
ajena pues no corrige ninguno de sus lapsus y aquel rostro desmoralizado que a tientas
consigue transfigurarse.
Hecho a limón por:
Eduardo Mc'ausland
y Andrea Suárez
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